lunes, agosto 01, 2005

En el fin de las vacaciones

Mis hijos y yo hemos recomenzado con la tradición matutina de la ida al colegio.
Y lo hicimos acompañados de afectos temerosos que pudieramos dormirnos y llegar tarde. Por eso el teléfono comenzó a sonar desde muy temprano. Mucha gente pensando en mis tigrecitos malayos.

Es que estas vacaciones no han sido las mismas.
Han sido vacaciones de descubrimientos. Si no era América se le parecía por lo salvaje.
Es que la familia se ha disgregado y ahora no somos uno sino dos. Dos familias, dos casas, dos hogares. Dos experiencias de vida que ocurren diferentes donde ellos deben ir ubicándose. Nosotros también. Y es lógico, nos cuesta como a todos... Encima llegan ellas...
Acontecimiento esperado, descanso de horarios, cambio de actividades, y en este caso el no saber qué hacer con el ocio.
La situación económica no nos permitió tomarnos unos días juntos.
Tampoco con el padre.
Y eso se que los puso tristes y por momentos tan callados...
Mis amados Tigrecitos...
Todo sucede por alguna razón y tenemos que estar seguros de esto.
Que no podamos entenderla hoy no significa que no esté allí.
Cada ausencia, cada dolor, cada relación quebrada, cada pena que tienen, cada fracaso afectivo o económico... está allí para mostrarnos algo de la única forma en que lo entenderíamos.
Por eso... Malayos míos... No se enojen con el universo.
El sol igual va a seguir brillando. No se enojen...
Yo les prometo...

Que esto va a pasar de largo, antes o después.
Que en el "Mientras tanto" vamos a intentar repasar juntos lo que lla vida ha querido enseñarnos.
Que perder a veces forma parte del proceso de recuperar la libertad personal. Que muchas veces ale la pena perder para después ganar.
Fueron unas vacaciones diferentes.
Mis tigrecitos y yo crecimos mucho. Juntos.
Aprendimos de mezquindades, egoismos, mentiras, trampas, olvidos...
Pero también aprendimos a ver la realidad tal cual es, y a gozarnos de estar más juntos, entre nosotros, y con los amigos que llenaron la casa.
Aprendimos desde luego cuánto vale el sacrificio del otro, crecimos en el amor y el compañerismo, compartimos largas charlas los cuatro tirados en el cuarto del Tigrecito Menor, conocimos mucha gente buena, divertida y cariñosa que estuvo allí en estos días regalándonos su presencia y su amistad.
Y les digo un secreto:

EL DOLOR MAS TERRIBLE
SUELE SER FINALMENTE SOPORTABLE.
LO QUE LOS SERES HUMANOS NO PODEMOS SOPORTAR
ES DEFINiTIVAMENTE EL DESAMOR.
LO TERRIBLE ES QUE NADIE
PUEDE SER OBLIGADO A AMAR.
...Ni siquiera en vacaciones...
Los amo...
Mami